sábado, 12 de noviembre de 2011

Batalla de Saipán

La Batalla de Saipán fue un combate situado dentro del marco de la Guerra del Pacífico, correspondiente a la Segunda Guerra Mundial, librado en la isla de Saipán (Islas Marianas) entre el 15 de junio y el 9 de julio de 1944.
La y la 4ª División de Marines, junto con la 27ª de Infantería del Ejército, constituían las fuerzas militares puestas bajo el mando del Teniente General Holland Smith. Éstas conseguirían derrotar a la 43ª división del Ejército Imperial Japonés, bajo el mando de Yoshitsugu Saito.
En las campañas que se sucedieron entre 1943 y la primera mitad de 1944, los Aliados habían conseguido capturar las Islas Salomón, las Islas Gilbert y las Islas Marshall, así como la península de Nueva Guinea. Tales conquistas llevaron a los Aliados a las puertas de la línea de defensa principal que Japón había dispuesto en el Océano Pacífico, constituida por las Islas Carolinas, las Islas Palau y las Islas Marianas. Tales territorios se encontraban en manos japonesas desde el final de la Primera Guerra Mundial, habiendo sido fortificados a conciencia.
Los Aliados, con el objetivo de romper esta línea, iniciaron dos campañas ofensivas. Por un lado, el General Douglas MacArthur avanzaría a través de Nueva Guinea y Morotai hasta Filipinas. Por otro, el Almirante Chester Nimitz atacaría las islas Marianas, que habían adquirido gran valor estratégico con la introducción del nuevo bombardero de largo alcance B-29, que podría recorrer los 2400 km que separaban a las islas Marianas de Tokio.
Los japoneses, que ya esperaban un ataque sobre su perímetro defensivo, pensaron que probablemente la ofensiva se produciría en las Islas Carolinas. Para enviar refuerzos y suministros a las tropas allí guarecidas, necesitaban de superioridad aérea y naval, de manera que comenzó a prepararse un ataque basado en Portaaviones que habría de llevarse a cabo en el mes de junio de 1944, bajo el nombre de Operación A-Go.
Los bombardeos sobre Saipán, en los que participaron quince acorazados, comenzaron el 13 de junio de 1944. Se dispararon, aproximadamente, un total de 165.000 proyectiles.
En un principio, siete acorazados rápidos modernos lanzaron 2.400 disparos con cañones de 16 pulgadas (400 mm.), aunque tuvieron que permanecer a casi 11 km de la costa para evitar los previsibles campos de minas dispuestos por Japón. Además, la tripulación de los buques no poseía experiencia en el bombardeo costero.
Al día siguiente, ocho acorazados anteriores a Pearl Harbor y once cruceros bajo el mando del Almirante Jesse B. Oldendorf reemplazaron a los acorazados rápidos. No obstante, la escasez de suministros y municiones comprometieron la eficiencia de su tarea.
El día 15 de junio de 1944, a las 9:00, más de 300 vehículos de desembarco anfibio tomaron tierra, dejando a 8.000 marines en la costa occidental de la isla de Saipán. De esta manera, la operación que había comenzado un par de horas antes, y que había costado la destrucción de 20 tanques anfibios gracias a la preparadísimas baterías de artillería japonesa, empezaba a dar sus frutos. A la caída de la noche, las divisiones 2ª y 4ª de Marines habían conseguido establecer una cabeza de playa de aproximadamente 10km que penetraba hasta 1km hacia el interior insular.
El contraataque japonés se produjo cuando ya había entrado la noche, aunque sería repelido, sufriendo, eso sí, muchas bajas. El 16 de junio, unidades de la 27ª división de infantería de Estados Unidos desembarcarían en la isla, y comenzarían el avance sobre el aeropuerto Aslito. Nuevamente se produciría un contraataque nocturno, que de nuevo fracasaría. Finalmente, el 18 de junio, Yoshitsugu Saito, el comandante japonés, abandonaría el aeropuerto.
La invasión de Saipán sorprendió a los japoneses, que esperaban que el ataque se produjera mucho más al Sur. El almirante Soemu Toyoda, comandante en jefe de la Armada Imperial Japonesa, vio una oportunidad para poner en acción su fuerza aeronaval y atacar a la Armada de los Estados Unidos, poniendo en marcha la llamada Operación A-Go, que se llevaría a cabo el 15 de junio.
El resultado sería la Batalla del Mar de Filipinas, un auténtico desastre para los japoneses, que perdieron tres portaaviones y cientos de aeronaves. Como consecuencia, las guarniciones que defendían las Islas Marianas perderían toda esperanza de recibir refuerzos y suministros, con lo que Japón perdía toda esperanza de vencer en Saipán.
Pese a la desesperada situación, los japoneses estaban decididos a luchar hasta el último hombre, de manera que Saito reorganizó sus tropas, disponiéndolas en una línea defensiva a lo largo del monte Tapotchau, confiando en la desventaja ofensiva que supone el terreno montañoso del interior de la isla. Los apodos que los estadounidenses pusieron a los puntos calientes del combate ("Hell's Pocket", "Purple Heart Ridge" o "Death Valley"
) muestran la crudeza de la batalla que tuvo lugar.
Los japoneses trataron por todos los medios de retrasar el avance estadounidense, valiéndose para ello de la multitud de cavernas y cuevas que ofrecía la orografía volcánica, y que servían de escondite diurno donde esperar a la caída de la noche, momento que aprovechaban para realizar incursiones y desgastar al enemigo. Esto provocaría que el ejército estadounidense cambiara de estrategia, desarrollando tácticas que contrarrestasen la guerra planteada por Japón. De esta manera, utilizarían unidades dotadas de lanzallamas apoyadas por la artillería y cubiertas por ametralladoras para despejar los escondites enemigos. Cabe destacar la utilización del Código Navajo por los operadores de radio, que posibilitaron la impermeabilidad de las comunicaciones del ejército de Estados Unidos, pues no podían ser interpretadas por los japoneses.
Cuando la derrota japonesa ya era inminente, multitud de civiles se suicidaron, fruto de la propaganda que el gobierno nipón había hecho y que mostraba a los estadounidenses como bárbaros y salvajes que torturarían, violarían y asesinarían a la población no beligerante. Los esfuerzos de los estadounidenses para detener los suicidios masivos fue, en su mayor parte, inútil. Destaca la intervención del Guy L. Gabaldon, soldado de origen mexicano, que consiguió convencer y capturar a más de 1,000 japoneses de que los estadounidenses no eran bárbaros, evitando así muchos suicidios. Por sus acciones Gabaldon fue condecorado con la Cruz de la Armada.
El capitán japonés Sakae Oba resistiría en las montañas, junto con 46 hombres, hasta el 1 de diciembre de 1945, fecha en la que se rindieron por la orden expresa del antiguo General de división Umahachi Amo, comandante de la 9ª Brigada Mixta Independiente durante la batalla de Saipan.
La derrota japonesa supuso la caída del Primer Ministro Hideki Tōjō, quien fue relevado como Jefe del ejército, dimitiendo así junto con su gabinete el 18 de julio de 1944.
Tras la batalla, Saipán se convirtió en una base de operaciones muy importante en las Marianas, y jugó un papel esencial en la invasión de Filipinas que acontecería en octubre del mismo año. Además, la base aérea de Saipán sería utilizada para los bombardeos de Filipinas, las Islas Ryukyu y Japón.

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